Photography by Sharon McCutcheon
31 de octubre del 2021
Más tiene uno de color, que de papel.
El blanco es el único color que está preparado, desde su nacimiento, hasta su manipulación, en dejarse pintar. Esa es, entre todas sus finalidades, ser objeto y ser materia de. También puede dar brillo, combinar otros colores, e incluso opacar, pero siempre será el que suavice el grosor de los colores.
Personas. Las personas somos el color blanco, pero también, somos planicies para muestras de arte. Filosóficamente somos aquellos únicos seres que entendemos el poder de la consciencia de sí mismos. Únicos en entender que somos color, pero que a la misma vez somos lienzo.
Si en el canto hay que encontrar su propia voz, en la pintura de la vida, hay que encontrar su propio color. Explorar entre tantos matices y morfologías de texturas, hasta encontrar una propia identidad. Eso es lo que nos dará la oportunidad de mostrarnos en sociedad, cultura y afectividad.
Como las personas, los colores se forman porque los objetos absorben y reflejan luz. Las personas absorbemos una cantidad de experiencias, situaciones, pensamientos, vivencias, y reflejamos, básicamente, lo que de nosotros sale; emociones impregnadas de color.
Uno ha sido los colores que lo pintaron. Pero también uno es, lo que ha pintado en otros. El arte y la pintura es amoral, nunca es bueno, ni malo; el arte no se juzga, se experimenta, se siente, se acepta y finalmente se interpreta. Las personas somos colores. Unos más opacos, otros más brillantes, pero colores; pintamos y nos dejamos mezclar. Somos algunos colores cálidos, y otros fríos. Existen personas que nos inspiran, que nos afligen, que nos dan una habilidad, y otros que nos hacen dudar de nuestro color. Pero para eso existen otros colores, para formar nuevas obras.
Hay personas que son más monocromáticas, de aquellas que son de un tono. Otras son más análogas, tienen varios matices. De las combinaciones, salen estas personas complementarias; aquellas personas y colores con los que nos es fácil conectarnos. Y luego, el resultado de todo este tejido colorido de afectividad y relaciones; la triada. Personas de un color, que mezcladas con personas de otro tono, obtienen un nuevo color en su fusión. También llamadas "relaciones". De las relaciones, nacen colores, enlaces iluminados u opacos, que dependerá de cuán afín estén dispuestos a amalgamarse en su armonía.
Cuán importantes somos en nuestra forma de relacionarnos y mostrarnos al mundo, que no nos hemos dado cuenta de las cientos de veces que pintamos a alguien y ni nos percatamos de esa confluencia. Hemos pintado lo que mejor o peor nos sale, emociones. Hemos pintado felicidad, pero también tristeza. Hemos pintado por momentos, y otras veces nos tomamos toda una tarde, días, o años en pintar con la insistencia del amor. Dejamos pinturas a medias, terminamos trabajos, pero a la final, siempre hay alguien que se lleva de nosotros un pincelazo.
Hay personas que reconocemos en nosotros un talento; y es el de pintar a otros. Mi talento es ayudar a otras personas a pintarse y reconocer su color. Y entre tanto, ese siempre seguirá siendo nuestro ejercicio en el propósito de nuestra existencia, pintar y ser pintados. Ese es el juego que Dios dejó sobre la mesa, mientras se ponían de acuerdo entre él y el universo, en cómo crear la pintura de vida más hermosa. Finalmente, decidieron que dejarnos ser, es la muestra de arte más genuina y auténtica.
En nuestra vida de galería, hay personas que vienen a pintarnos, en ciertos momentos de la vida, unos cuantos pliegues, para luego irse. Hay personas que nos pintan cada día, enseñándonos el valor de nuestra presencia en su vida. Hay quienes pintamos varias veces, hasta que entendemos que ya acabó nuestra labor pintoresca. Unos vendrán a buscar color, y otros vendrán a ponerlo. Algunas veces pintamos con mucho esmero, pero no conseguimos una buena presentación de arte. Y otras veces, con tan solo atravesarlos con la punta del color, hacemos más de lo que otros han hecho.
Si somos colores, las personas también somos lienzos. Nos dejamos pintar, ensuciar, adornar, trazar, poner líneas, círculos, garabatos, y hasta ser testigos de los múltiples colores por los que hemos sido acariciados.
Nos han pintado decenas de veces, y hemos pintado otras miles. Nunca ha habido una pintura más larga en el tiempo, que el arte humano abstracto. A veces hemos sido de aquellos lienzos que les tocó recibir colores hechos de enojo y de rencor; sintiendo con brocha, dureza y de mala gana. Pero también no podemos negar que hemos recibido colores llenos de tranquilidad y serenidad en cada textura, con pinceles finos y al detalle; con delicadeza y suavidad.
La comprensión de los sucesos melancólicos y aberrantes de la vida, recrea en nosotros la necesidad de aceptar que son parte de la vida también. Sin la imprudencia de estas vicisitudes, nunca nos daríamos cuenta cuán vivos estamos. Llorar es sentirse vivo, sonreír es sentirse vivo; sufrir es sentirse vivo, amar es sentirse vivo, pintarnos y pintar a otros a diario, es sentirnos vivos en la luz que emana la vida.
De aquellas personas y colores que no combinaron, nos vimos en el ejercicio de aceptar que, aunque nos dañaron los trazos que estábamos construyendo, aprendimos a sacar nuevas líneas y curvas. Es humilde entender que no siempre seremos combinables con todos, y está bien. Está bien entender que no todos los colores nos pintarán bien, se ajustaran a nuestras necesidades, a nuestros proyectos de pintura. Sin embargo, se debe tratar con todos los colores para saber por qué no surgió algo más allá de la pintura; porque nunca hubo ningún pintor que no se arriesgó a experimentar con todos los colores.
Para cada color, otro. En algún momento uno tiene que toparse con la necesidad de usar un color en la vida; como personas, relaciones o encuentros fortuitos. Hay colores que se encuentran en la vida para combinarse y quedarse allí como ejemplificación preciosa de junte histórico. Y otros que simplemente vienen, pintan y se van; y ese era su propósito en nuestra pintura.
Nunca habrá ausencia de color, porque el negro también es uno de ellos. El punto es que, la percepción del color está bastante ligada a la percepción actitudinal que realizamos a cerca de las personas. No tenemos por qué combinarnos, y está bien. Pero sí debemos reconocer que cada uno es un color que le servirá a una pintura en algún momento, y eso también está bien saberlo.
Hasta hace unos días, he creído firmemente que la salud está en la sensorialidad, y en cómo percibimos al mundo a través del canal psíquico, y corporal. Los colores oscuros también son necesarios para pintar las más bellas muestras de arte; y lo grave y agudo, también han creado las más bellas melodías.
¿No han sentido alguna vez que el color de su ropa habla de su personalidad?, ¿Y que cuando ven, o incluso se ponen un color encima de ustedes, tiende a cambiar su ánimo?, ¿Se imaginan entonces lo que un color puede hacer en nosotros? Ahora bien, pregúntense, ¿Qué tanto poder tienen ciertas personas en su vida, si fueran colores?
Y ustedes... ¿Ya saben cuál es su color?