-̴
Lo que no se sabe de odiar es que requiere mucho esfuerzo y dedicación. Las ganas que uno empeñe en odiar a alguien o algo suelen resultar en lo mismo que si lo quisiera o lo amara.
Piénsese: cualquier comportamiento propio de alguien que esté enamorado es lo mismo desde el odio, pero con sensaciones truncas. Si en uno son agradables, en el otro son desagradables; aunque implican las mismas conductas.
Se eleva el ritmo cardíaco y la respiración cambia al estar cerca de estos. Nos revuelcan las ideas y hasta ciertos temas o lugares específicos nos recuerdan a ellos.
Los pensamos, fantaseamos con planes de venganza, observamos cómo actúan, les prestamos atención a lo que dicen e ideamos —inconscientemente— cómo seguir manteniendo ese rechazo. Basta con decir que hasta se sueña con ellos.
Por eso sostengo que a quien llamamos enemigo también, afectivamente, nos representa algo. No como amante, sino como odiante. Los enemigos necesitan de una emoción repulsiva que los una; si no, no habría una relación dual. De otro modo, uno solo creería que lo odian y el otro creería que es odiado, hasta que la respuesta a la pregunta, "¿qué somos?" los ubica en su lugar.
Odiar es agotador también porque tenemos que invertir de todo para mantenerlo vivo. Cansa estar pensando en cómo seguir odiando, a sabiendas que es el odio quien lo controla a uno. Al igual que el amor, el odio debe alimentarse.
Ahora, ¿la indiferencia es un acto violento? Fíjese bien: qué curioso es que la indiferencia esté en medio de ambos. Ser indiferente a quien se ama, lastima. Ser indiferente a quien nos odia, lo motiva.
Si bien odiar puede resultar como un mecanismo de defensa del odiador, ¿se podrá odiar lo que no se comprende? ¿O, precisamente por eso, es que se odia… porque no sé sabe lo que se odia? Curiosamente, el desconocimiento y la incertidumbre atraen tanto a los amantes como a los odiosos.
Odiar es seguir anclado al objeto odiado. El odio es ese adjetivo que, al igual que el amor, modifica. Uno pretende liberarse a través de ambos, pero no es el objeto lo que lo produce, sino cómo permitimos que el amor o el odio nos consuma por dentro.
¿Qué se odia realmente? ¿Lo que uno rechaza de sí mismo y que el otro nos muestra, tal vez? ¿O acaso tiene que ver con un tema de usurpar una herida abierta que estuvo ciega y oculta?
Uno no puede entonces reconocerse sin sus virtudes ni sus heridas. Quien está afligido sin haber nombrado su herida va por el mundo emocionalmente ciego, creyendo que todo lo va a lastimar.
Reflexione, pues, si usted está dispuesto a amar lo que odia... pero, indudablemente, también a odiar lo que ama.
-̴
-̴
Nacimos primero en el mundo de las ideas y luego en el terrenal.
Habitamos un mundo lleno de incomprensiones. Nos ahogamos con dudas, hasta que inhalamos la forma de encontrar una respuesta en lo sencillo.
Lloraremos sin saber por qué. Besaremos primero, y luego nos preguntaremos si es amor o impulso. Sentiremos la risa de alguien en el pecho, o la desilusión de las promesas que nunca se cumplieron.
Descubriremos el valor de escuchar y de decir las cosas a tiempo. Lo que viene después del "sí", y asumiremos el "no". No sabremos cómo lidiar con una risa nerviosa, y tendremos que decidir a qué costo le daremos nuestra vida a otros.
No sabremos diferenciar si amamos lo que nos hacen sentir o a quienes lo producen. Nos preguntaremos por el "hubiera" y aceptaremos que la ansiedad no tiene la culpa. Hay quienes se enamorarán a la primera, otros a la última, y algunos nunca.
Nos asustará lo desconocido, y daremos explicaciones que no se nos pidieron. Lastimaremos y nos lastimarán. Buscaremos lo perdido y encontraremos lo que no hemos buscado. Comprenderemos que algo de odio tiene el amor, y algo de amor tiene el odio.
Entenderemos que agradecer al principio tiene el mismo valor que agradecer al final. Que nunca seremos los mismos después de este instante, y que nos aferraremos a cosas que ya no existen. Querremos vivir más en sueños que en crudas realidades, y hasta negaremos lo evidente.
Nos agobiará la fugacidad de la juventud, viviremos la virtud de la soledad y usaremos el arte para que cuente nuestra historia. Soltaremos y nos soltarán. Aprenderemos que el duelo es un compañero que nos acompañará por siempre, y que toda despedida trae un nuevo comienzo.
Cuando al final nos pidan la rendición de cuentas de lo recolectado, sabremos responder que la forma más natural de entender algo es dejándolo ser... dejándonos ser. Y al conocer que cada momento que vivimos es un punto de no retorno, por fin entenderemos lo que es habitar el humanismo.
-̴
-̴
Soñé que estaba sentado en la grama, rodeado de muchos árboles y plantas. Sentía que en mis órganos germinaban semillas, y que las venas eran raíces.
Comenzaron a subírseme todo tipo de animales: gusanos, hormigas y ciempiés. Me ardía la piel y me salían manchas cafés. Entendí que no eran las picaduras una defensa, sino un aviso de que estaban vivos, al igual que yo.
Después de llorar luz y tragar tierra, me desplomé. Me llené de ramas y de flores. Los animales me taparon hasta los ojos, la boca y todo el cuerpo. Y lo único que quedó de mí fueron las mismas arterias que irrigaban a otros seres.
No sé si morí o volví donde la tierra me parió: al vientre de mi madre y a los brazos de mi padre. Ahora, imagínense qué sintió el primero, que ni sabía desde quién explicarse.
Pero, ¿para quién es nuestro primer llanto? si ni al aire conocemos. Lo conocimos cuando se nos metió adentro y reconocimos lo que nos hacía sentir. A lo mejor y es el grito que hace el recién nacido diciéndole al mundo que sobrevivió. Entonces, no es para quién, sino para qué.
Así como nos parió la naturaleza, tenemos muchos partos mientras vivimos. Curándonos y destruyéndonos desde adentro.
Dios es tan inexplicable que prefirió esconderse detrás del arte para que cada uno lo viera como quisiera. Pero, si minamos el cielo, ¿lo encontraríamos o lo lastimaríamos?
-̴
-̴
Poliformo como él solo. Para comprenderlo, primero hay que explicarlo... pero, ¿por dónde empieza uno si ni una sola forma en específico tiene?
Hay quienes lo ven en el llanto, y otros en el regocijo. Suele esconderse detrás del ego, y a veces lo confunden con compasión. Entonces mejor no hay que explicarlo para comprenderlo; hay que sentirlo.
Si se siente es porque está vivo. Tal fenómeno tan genuino y único en su especie, que parece que nace de la violencia, y subsiste del cariño.
¿Qué se perdonará? me pregunto. ¿A la entidad orgánica que provocó el daño? o ¿al sentimiento que dejó haciendo eco? No pueden ser ambos, porque primero existió uno, y el otro lo usó como canal.
¿Se perdona o nos perdonamos?, ¿la herida depende del actor o de quien la siente?
¿Será acaso que tiene una dirección el perdón, o tiene una intención?
Si tiene dirección, tiene intención, pero ... ¿y su función cuál es?
Desde la de abandonar, hasta la de crecer. Todas apuntan a lo mismo; renacer.
¿Su forma tendrá cara de olvido o de saldar cuentas pendientes?
¿Dónde vive?, ¿en el pasado o en el presente?; de seguro no el futuro, porque uno no puede perdonar lo que aún no ha sentido.
¿Tendrá caducidad el perdón? o ¿es uno de estos encuentros que solo pasa verdaderamente una vez en la vida?
¿Se podrá desgastar? o ¿hay que cuidar de sus usos?
Si se usa mucho, ¿pierde su valor, o multiplica su propósito?
Si ustedes supieran que sus lágrimas son agotables, ¿sabrían escoger con quién gastarlas?
Eso sí que es vivir el perdón.
-̴
-̴
Nos cogió la noche y el "olvido" persiguiéndonos. Para cuando amaneció, ya no nos reconocíamos el otro al otro.
Lo que nos desorientó fue no saber "perdonar" y el "rencor" que nos daba direcciones erróneas. Nos confundió la "indiferencia" con "permanencia" y no teníamos dónde descansar.
A la vuelta de la esquina, la "reconciliación" nos ofreció hospedaje. Nos preguntó si estábamos dispuestos a compartir "pasados" y aceptamos.
El "perdón" nos ayudó con las maletas y justo antes de pasar la puerta, nos preguntó por qué la de la "empatía" pesaba tanto.
Del hotel nunca salimos. Esa misma noche cenamos pura "reflexión" y dormimos debajo del "deseo". Nos tocamos donde más nos duele y abrazamos lo que más extrañamos.
Del desvelo de la estadía, descubrimos que primero hay que desanudarse y luego desnudarse.
-̴
-̴
De todas las atmósferas que he estado, la más incomprensible ha sido la tuya. Me pides que no me quede por ahogo, cuando lo único que quiero es morirme y revivir en tus dimensiones.
Hay cosas que flotan y no nos damos cuenta. Hay cosas que se mueven y no las vemos.
No es la gravedad, eres tú la que me atrae a quedarme. No es el ambiente, es cómo nos adaptamos a él.
En este viaje solo me cargué con el único oxígeno de ida para gastármelo contigo. Pero, si la intención es perdernos y nunca regresar, ¿por qué seguimos pensando en llegar y no en disfrutar del viaje?
Nuestra órbita es solo una guía del universo que tenemos dentro. Déjame regalarte el espejo que tenemos encima de nosotros para mezclarnos entre gases y fundirnos en un cosmos interminable.
Somos el satélite natural del otro. Me basta saber que, cuando no te veo, sé que todo gira en torno a ti y que tú estás girando alrededor de mí.
Y cuando pensamos que no pudimos ser más, al colocar nuestras manos en el pecho de la luna, los reflujos empezaron a notarse cuando le salieron cráteres en el corazón.
-̴
-̴
La primera vez que te vi sentí nada. Siento que quizás, ese fue el primer síntoma que estaba resguardando mi soledad para abastecerse después de tu compañía.
Eres naturaleza creciendo en mí. Te metiste en mí como aquel ser vivo que va habitar un cuerpo por mucho tiempo. Y yo, extasiado y preparado para morir en el intento de enamorarme.
No sé si eres un huésped que me matará cuando ya no me habites o solo deseas adueñarte de mi carne hasta morir ambos. Si es una o si es la otra, con gusto aceptaría el que me tomes como un hogar de paso o permanente.
Dendritas que me conectan a ti, estímulos que nutren mi vitalidad y energía que nos mueve al deseo de amarnos como células en el ojo del universo.
Un estímulo así, de tal magnitud y que me inervaba el corazón a querer vivir todos los días, solo lo experimenté una vez; cuando nací. Ahora que estás viviendo en mí, lo volví a sentir cuando me obligaste a quedarme en el primer beso que nos dimos.
Si es que te vas cuando termines de consumirme, y ya no me necesites, sabré que me seguirás recordando en otros seres vivos que habites y conectes; porque seguirás amando con los órganos que me quitaste.
Si es que te quedas, y nos terminamos por desvanecer ambos en la imagen del tiempo, sabrán aquellos que estén dispuestos a amar, que la atracción de los amantes es eléctricamente excitante y llena de una carga viral llamada "necesidad".
-̴
-̴
Nunca lo supiste, pero era a través del dolor que te amaba. Mismo rostro, diferentes gestos; amé la herida, porque fuiste tú quien me la enseñó.
Se ama a quien se lastima, y lastima quien nos ama. No por odio, ni por rencor, sino por idealización.
¿Cuántas más personas tendré que herir, para darme cuenta que el herido soy yo?
No es dolor, es quizás incomprensión. Entendí que te encantaba que tocara tus aureolas en silencio, pese a que no fueses un ángel, ni yo un religioso.
Dios se hizo humano cuando se descubrió a sí mismo sintiendo que su creación podía odiarlo y amarlo al mismo tiempo.
¿El duelo vendrá de la incomprensión o del dolor?, seguramente viene de ambas. El dolor no sabe qué siente, y la incomprensión no sabe qué le duele.
-̴
-̴
Perdóname por seguir llamándote en la madrugada aunque el teléfono hace años no sirva. Sé que has venido robándome la vida. Tú por debajo sacándome las alegrías, y yo sabiendo que lo haces.
Te besé y deseé que te llevaras todo. Lástima que también me llevaste a mí contigo. Y de tanto que te toqué, se me desgastaron las huellas de los dedos... es por eso que te busco en otras.
Pero hay algo que no podrás negar, y es que sigues sintiéndome a mí cuando otros te tocan. Cerrar los ojos es fácil y no ver, pero ¿cómo cierras la piel, con lo abierta que nos la dejamos?
Aprendí a mirarte sin odio, cuando me miré primero. Y aunque inútil o placebo, como me quedó faltando por escribirte la última página de nuestro amor, me quedé esperando el final.
Esta es mi última carta, y espero mi último adiós. Sé que ya me he despedido en varias ocasiones... solo que esta vez, más que despedirte a ti, me despido lo que fui de ti, gracias.
-̴
-̴
La historia comprendió que tú serías la prueba de que puedo viajar en el tiempo.
Eres tú mi prólogo, mi media y mi último soneto. Apareciste en mis dedos, y te inmortalicé en ellos; pues en todo lo que toco, apareces tú.
Cuando te conocí, pensé que tenerte era el fin, pero fue el medio para conocerme a mí.
Ahora en mis dedos solo tengo el grafito de todas las veces que te escribí. Nunca esperé una respuesta, porque tú no eras una pregunta, eras mi solución.
No soy capaz de reconocerme sin tus huellas en mí. Y tú tampoco, sin yo ser el depositorio de tus travesías internas.
-̴
-̴
Soy el pasaporte que sellaste a punta de besos.
Mi compra fue repentina, y no aparté lugares, solo llegaste. Mi gusto por ti no tiene regreso, porque nunca me hallé más en casa, que cuando te abracé.
Las únicas leyes que nos regulan es la de soltar y abandonar, para movernos y juntarnos en el destino incierto.
Empaqué ilusiones y el miedo vino conmigo. La certeza no es una parada que debamos hacer, y mejor dejémonos sorprender por el trayecto de la sinceridad.
Eres el viaje más bonito que sigo haciendo, y yo soy el huésped que más te ha querido.
-̴
-̴
Por ti conquistaría el cielo, y te daría la tierra como corona en tus bosques cabellos.
Sigo atado a la idea de descubrir y decidir mi verdadera pasión, ¿pero y si mi pasión tiene piernas y camina?, seré entonces un caminante errante hasta que te canses de huir a otros brazos y otras querencias.
Como alma y cuerpo, separándonos ya no tendríamos piel; porque sabes que por ti, hago que mi ausencia te aconseje y mis brazos te hagan florecer.
Te confieso que mi angustia es vivir en el mismo mundo que tú, y que no quepamos entre el amor y el odio que nos tenemos. Por suerte, hemos creado uno nuevo en los besos que nos faltan.
Como el llanto da voz a la lágrima, vos le das derecho a los días de ser vividos para verte. En defensa personal diré al juez que no fui obligado a amar, pero sí una víctima de enamorarme sin precedentes.
-̴
-̴
Indagando en la vida, investigué que hay una forma de hacernos inmortales. Con que tú me recuerdes, lo demás te lo explico luego.
Hay que movernos dentro de sí mismos, y dejar que los otros nos muevan también. Moverse es vida, y la quietud es la planificación. Contigo no quiero la eternidad, sino la inmortalidad. Recordarnos por algo y no para algo.
¿Será que para moverse y cambiar, habrá que abandonar algo primero?, porque no he cambiado, he mutado. Porque sigo siendo el mismo aquél que amaste en el ideal, y me seguiste queriendo en la realidad.
Me he abierto a ti para que husmees dentro de mí. Ese es mi mayor acto de amor: que dejes todo ordenado si me amas, y que no desordenes si prometes quedarte conmigo y no abandonarme.
-̴