"¿Qué tan importante es conocer nuestros orígenes y de lo que nos rodea? o ¿será acaso que explicando el uso de algo, se puede concebir la idea de cómo, por qué y para qué se creó?".
La palabra "volátil" proviene del latín volatĭlis, que significa "volar". Con el tiempo su significado se ha ido esculpiendo y dependiendo de los diferentes contextos y usos es que se significa como algo que cambia y es efímero, o que es algo adaptable y ligero.
Ahora, la palabra "silencio" proviene del latín sĭlĕtĭum, que alude más a la falta de, a la insonoridad o estar callado. Característico de la ausencia de ruido, o particularmente, la carencia de algo.
Sin embargo, de este último existieron dos formas de denominarlo desde sus orígenes. Tacēre se referenciaba más a una acción o la indicación de callar. Y Silēre, estaba más asociado a un estado de tranquilidad o reposo.
A hoy, sigue adoptando funciones como verbo de "silenciar" y de adjetivo con "silencioso".
Una vez explicado ello, procederíamos a cuestionarnos si, ¿existiría una estrecha relación entre estas dos palabras o vivencias?
¿Volará uno mientras está en silencio?, o ¿la quietud trae consigo también más movimiento mental?
¿En qué estado se reflexiona más?, ¿con el bullicio o con la ausencia de ruido?
Que curiosa es la forma en que vivimos; abrazados y acompañados intrínsecamente de acciones y nombramientos. Somos la réplica y la interiorización de símbolos de lenguaje, palabras, ideologías, significados e interpretaciones de sucesos.
Intentamos explicar algo, casi siempre y como seres pensantes, nombrándolo desde el lenguaje. Aunque también, y como seres sintientes, desde lo que nos hace sentir.
Siguiendo en esa misma línea, lo que se siente se nombra. Y si se nombra, por ende, existe.
Entonces, ¿lo que no se nombra no existe?
Respondería todo esto a que el silencio es cambiante en sus usos. Pero no como tal el acto, sino la función de estar en silencio.
Dando claridad un poco a la primera incógnita, todo se puede también explicar relativo a qué se referencia.
El silencio puede ser arma y un escudo a la vez si se referencia desde dañar o proteger. Se lastima con el silencio, pero se sana en silencio también. El silencio por sí mismo puede ser una respuesta, pero también puede ser una pregunta.
Este puede servir de refugio u operar como un campo de guerra con la indiferencia. Hay silencios que imponen y otros que significan sumisión.
Existen este tipo de silencios que dan permiso, y otros que piden perdón. Unos pretenden dar pie a una pregunta, y otros exigen dar una respuesta.
Algunos nos hemos perdido en el silencio, y otros nos hemos encontrado en él. Es por ello que su conceptualización no es muda como se cree, sino que es multilingüe; puede hablar muchas lenguas.
Puede entender y hablar la lengua del perdón, del odio y de la reconciliación. Puede transmutarse y hablar en dialectos de aceptación o de rechazo; de sinergia o de oposición.
Pensemos entonces que el equilibrio del silencio y del ruido, es entender a cuál le prestamos más atención y quién domina a quién.
Algo es claro y obligatorio de entender. Lo único que no se puede silenciar es la capacidad que tienen las ideas y las emociones para reproducirse. Esa naturaleza que tienen de hacer eco en otros, y sobre todo, poseer ese constante e invisible ruido que existen en nuestra cabeza.
Alguna vez escribí, "¿Qué hacer con tanto ruido mental? - entender la pieza y componer música". Y es que hasta las obras maestras tienen silencios; bien sea en la canción misma, o de su autor.
Sentado en el diván del universo, y en silencio me pregunté con la soledad y la compañía a cada lado... ¿será que todo en este mundo se conectará en algún punto? o ¿quizás es que todo desde sus orígenes ya estaba destinado a conectarse y lo que vemos es el resultado de ello?