"No hay jardín igual, ni humanos parecidos. Todos venimos de lo mismo, y vamos a lo mismo. Entender la impermanencia, es comprender que vivir y morir, es darle valor a nuestra historia. Sin embargo, y pese a ello, no significa que todos seamos los mismos".
La naturaleza, como los plantas y demás organismos vegetativos, han estado aquí millones de años antes que nosotros.
No solo por la experiencia e historia, sino también por cómo han vivido y sobrevivido, es que debemos seguir aprendiendo de ellas; como también respetarles sus enseñanzas y adoptarlas como nuestros antepasados lo hicieron. De alguna otra forma, el universo se expresa por la suma de sus partes, y se significa en cada molécula y célula que formó vida.
CAPÍTULO I: PLANTACIÓN.
Así como las plantas, las ideas. En introspectiva, estamos llenos de ellas. Al interior de nuestra mente, hay un hábitat que experimentamos a diario. Unos mutilan, otros podan. Hay quienes riegan, y hay quienes dejan secar. Pero ninguno se escapa del constante nacimiento de perspectivas.
Este follaje que resguardamos en nuestro psiquismo, son ideas, pensamientos y creencias vivas. La idea que usted más riegue y cuide, es la que tendrá más vegetación y convicción de seguir viva en su jardín mental. Las ideas nutren al pensamiento, y a su vez, la formación de muchos pensamientos, es cómo dan nacimiento a las creencias.
Las ideas tienen que podarse y deben ser cuidadas también. Lo que hace florecer a una planta, es el amor y empeño en que esta crezca. Lo que activa una idea en nuestra mente, es el deseo y la intención. Aunque es multifactorial cómo se implanta una idea en cada uno, lo que sí he encontrado, es que la creatividad y el talento es la flor más llamativa en nuestra naturaleza.
La tierra tiene memoria como la psiquismo. Cuando un pensar perece, en ocasiones sucede que con los años, salen pequeñas hojas como síntomas de que algo quiere florecer de una forma distinta.
Y para explicar metafóricamente cómo los humanos pensamos, cabría decir que nuestras mentes tienen esporas. Las ideas, conjunto con las emociones, se reproducen a partir de la implantación hacia otros seres. Es por eso que sostengo que las emociones son contagiosas; siendo estas engendradas particularmente de una idea o un pensamiento.
Hay que cuidar siempre una plantación. Porque las ideas que no tienen control y que inconscientemente les permitimos crecer sin un filtro de salud, suelen ser extremas y se vuelven perjudiciales. Así, cuando sus raíces se ponen duras y rígidas, les llamamos "dogmas". Sin embargo, en nuestra naturaleza no hay plantación buena o mala. Cada tipo de planta y árbol aporta algo... lo que nos lleva a pensar es, ¿Cuál es el jardín que queremos que florezca en nuestra mente?
CAPÍTULO II: SIEMBRA, RIEGO Y COSECHA DE IDEAS.
La recolecta de ideas solamente tiene una vía, y es viviendo. Vivir es la siembra más importante de la existencia experiencial. Lo que pensamos es lo atraemos, no es más que el ejercicio de estar regando y empeñándose en que lo que fervientemente crees, en algún momento dará un fruto; un resultado.
Y esos resultados no siempre suelen ser cómo los imaginamos. El fruto va tomando múltiples formas a medida que crecemos interna y externamente. Por eso los resultados no siempre son los mismos, porque estos mutan con otras plantas y nos enseñan la diversidad de cómo interpretar múltiples situaciones.
Los ciclos son una de las mejores formas en que podemos explicar nuestra existencia. Toda idea arrancó con la siembra de una pequeña sensación o semilla. Hay ideas que vivirán y otras ideas que morirán. Aunque mueran, no significa que dejen de existir en el aire y en la fertilidad del suelo. Vivirán en otras, y luego esas otras en otras, y así es el ciclo de vida de las ideas.
Una explicación que puedo dar de la cosecha de las ideas, son las etapas de vida de los seres humanos. De la siembra de nuestra niñez, cosecharemos al principio de nuestra adolescencia. Del sembrar en nuestra adolescencia, estaremos preparados para cultivar más en nuestra adultez. Y en la adultez, ya tendremos las raíces necesarias para seguir en la agrícola emocional forma de vivir con más sabiduría y consciencia.
CAPÍTULO III: FARMACOPEA DE LA MENTE.
Como la combinación y la amalgama de las plantas, así también cuando combinamos ideas entre sí, añadiéndoles emociones y toques comportamentales, es que podemos curar o curarnos, del mismo modo, podemos intoxicar, intoxicarnos y hasta envenenar cuando la mezcla resulta intolerante a la salud mental.
Las combinaciones, si no hay astucia para hacerlas, algunas pueden ser mortales como la "impulsividad" con ideas de "venganza" y "odio". Sin embargo, hay pócimas divinas que suelen sanar más rápido y son las que traen "perdón" y "olvido". Cualquier menjurje que se mezcle "esfuerzo" y "resiliencia" suele terminar con resultados placenteros de "felicidad".
Todo hace parte de la botica. Lo que sana y lo que lastima. La razón de vivir sanamente estaría en que con la práctica, sepamos mezclar y tomar responsablemente lo que nos trae beneficio, que lo que nos quita.
Al principio de la vida, nos riegan y suelen cortarnos. Florecemos a medida de lo que nos muestren y nos enseñen. Y en tanto, llegamos a un punto de nuestra vida silvestre en que seremos nosotros los responsables de regarnos, cuidarnos, y permitirnos hasta dónde queremos que nuestras ramificaciones lleguen. Atravesamos otras plantaciones y otros árboles. Nos empecemos a mezclar con las raíces de otros y terminamos siendo todo un bosque de ideales, emociones e historias que dejamos a nuestros sucesores; conocidos, desconocidos, amistades, hijos, nietos y todo aquél que se topó con alguna raíz o rama nuestra.
Lo que queda de nosotros, y nuestro único propósito, es dejar a las nuevas generaciones un herbario con nuestras hojas disecadas a la exposición y aprendizaje de otros. Miles de historias disecadas a merced de ayudar a quienes desean encontrar su propia flor.
Nacer o plantar, cosechar y vivir, morir como recolectar, son fenómenos obligatorios de existir y de comprendernos más como humanos.